Comenzar una gestión municipal nunca es fácil, pero hacerlo con una ciudad en ruinas representa un desafío monumental. Esa es la realidad que enfrenta hoy el intendente de La Calera.
En este escenario, surge una reflexión inevitable: ¿quiénes son realmente los responsables de esta crisis? Mientras algunos defienden gestiones pasadas, la realidad muestra que los problemas actuales no nacieron de un día para otro, sino que son la consecuencia de años de abandono, egoísmo político y promesas incumplidas.
A solo dos días de cumplir un año de arrancar una sufrida gestión en una ciudad quebrada no es tarea sencilla. Fernando Rambaldi asumió la intendencia de La Calera enfrentando un panorama desolador ante la gran cantidad de hechos de corrupción, ya denunciados y en poder de la justicia: calles rotas, cloacas colapsadas, caños de agua que estallan ante el mínimo uso, vehículos de dotación del municipio desaparecidos, un barrio con defectos y vicios de construcción imposibles de creer y una oposición más preocupada por desgastar su imagen que por trabajar en soluciones. A esto se suman las campañas de desprestigio, alimentadas por memes y estructuras políticas afines trabajando en desgastar y priorizar los egos por sobre las necesidades de los vecinos.
Pero la pregunta central sigue sin respuesta: ¿Dónde estaban los concejales y los intendentes de las gestiones pasadas mientras la ciudad se caía a pedazos? Las obras que hoy esos opositores defienden como "logros" son solo las que se ven a simple vista, mientras las verdaderas necesidades estructurales fueron ignoradas. Este abandono no es casualidad, sino consecuencia de años de malas decisiones, improvisaciones y prioridades equivocadas.
Un ejemplo claro de la desconexión de la oposición con los vecinos fue el lamentable trato recibido por los ciudadanos por algunos concejales que un día lunes se comprometen a acompañar su reclamo y luego en la sesión ordinaria, en un giro inesperado, votan contrariamente a lo comprometido en la cara de aquellos que habían trabajado para presentar el proyecto de ordenanza. Días más tarde, su ausencia en el reciente reclamo por la eliminación del peaje, una causa que afecta a todos los calerenses, ninguno de los actuales concejales opositores —Morán, Moratti, Reinieri, Marcos, Luján y tampoco la jefa del Movimiento de Unidad Calerense, María Emilia Abdelnabe— estuvieron presentes, y lo mismo ocurrió con los intendentes de gestiones anteriores, que repitieron hasta el hartazgo jugársela por los vecinos. Si en cambio, acompañó al movimiento "No al peaje Ilegal" en aquella movida tarde que conmemoraron dos años ininterrumpidos de reclamos, otra fuerza política, LLA Calera representada por su referente Mauricio Pereyra sumándose a las alternativas de solución. En ese momento, quedó en evidencia lo que ya muchos sospechaban: no tiene el primer lugar el vecino en aquellas estructuras políticas que solo funcionan para atacar, desgastar y sostener campañas de desprestigio, cuando no utilizar a sus propios afiliados.
Es necesario que se entienda, que esas tácticas decadentes ya van en el carril de la cuenta regresiva, es tiempo de dejar de lado el pasado para visualizar un diagnóstico claro y proponer soluciones reales. Rambaldi enfrenta no solo problemas heredados, sino también aquellos que surgen a diario. Y aunque es cierto que la gestión actual tiene mucho por resolver, también lo es que hacerlo requiere el compromiso de todos: gobierno, oposición y vecinos. El constante ataque destructivo no aporta; al contrario, deja en claro que el interés de algunos no está en el progreso de La Calera, sino en sus propias ambiciones políticas y personales.
A los ciudadanos también nos toca reflexionar. Defender gestiones que solo nos trajeron problemas o quedar atrapados en una polarización estéril que no construirá el futuro, es una alternativa. La otra es ponerse la camiseta de Calera, disimular alguna diferencia ideológica y seguir avanzando.
Los próximos tres años serán clave para revertir este difícil panorama. Es hora de superar los egos y trabajar juntos por una La Calera mejor.
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