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Una sesión ejemplar... de cómo no legislar


Lo ocurrido en la sesión del Concejo Deliberante anoche no solo refleja el estado de las discusiones políticas locales, sino también una preocupante falta de madurez institucional. Se debatieron dos proyectos previamente tratados en comisión: el aumento del boleto urbano de pasajeros y la designación de una jueza de paz tras la renuncia de su antecesor. La sesión, de por sí importante, dado los temas a tratar, terminó naufragando en un mar de gritos, chicanas y una alarmante descomposición del debate.

El lunes ya se percibían señales de tensión. En la comisión, las preguntas de la oposición respecto a la letrada propuesta como jueza de paz encendieron las primeras alarmas. Los cuestionamientos y las caras de desconcierto anticipaban el rechazo que anoche se concretó. Pero la votación no fue un trámite; fue el inicio de una sesión que rápidamente escaló en tensión.

Además, durante el transcurso de la sesión, la actitud sistemática de la oposición de chicanear las iniciativas expresadas por el bloque oficialista comenzó a levantar la temperatura de las discusiones. Lejos de buscar alternativas o proponer contrapuntos sólidos tomando una posición respecto de la iniciativa, estos ediles eligieron el camino de la provocación verbal, lo que deterioró aún más el clima institucional.


Ya sobre el final de la sesión, el concejal oficialista Lucas Larrosa presentó sobre tablas un proyecto de ordenanza para declarar el beneplácito por la ratificación de la condena a la expresidenta Cristina Fernández viuda de Kirchner emulando a varias cámaras y concejos, la iniciativa desató una seguidilla de acusaciones cruzadas, interrupciones permanentes del justicialismo y exabruptos que empujaron al recinto al borde del colapso institucional.

La presidenta del cuerpo se vio obligada en varias oportunidades a intervenir para restaurar el orden. Llamados de atención, mociones para frenar los desbordes y una constante apelación al reglamento no alcanzaron para evitar que la sesión se transforme en un espectáculo lamentable. El proyecto tampoco prosperó, pero dejó una estela de división que costará sanar.


Lo de anoche no fue una sesión. Fue una postal de la descomposición del diálogo político. Los vecinos esperan de sus representantes soluciones a problemas concretos, no escenas de provocaciones  disfrazadas de debate. El Concejo no puede seguir siendo escenario de gestos para la tribuna y juegos de poder sin sentido. La ciudadanía merece representantes a la altura de su función, y que no se lo  confunda con un circo romano.


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